Es bueno creer by José Antonio Pagola

Es bueno creer by José Antonio Pagola

autor:José Antonio Pagola [Pagola, José Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 1996-12-31T16:00:00+00:00


3.4. Perfil de la esperanza cristiana hoy

Sin duda, la esperanza cristiana es la misma a lo largo de los siglos, pero adquiere una configuración propia en cada época en la medida en que es vivida en situaciones nuevas y frente a nuevas tentaciones. Apuntamos algunos rasgos más significativos hoy.

3.4.1 Enraizada en Cristo

La esperanza hoy como siempre no es virtud de un instante, reacción de un momento. Es una actitud permanente, un estilo de vida. La forma de enfrentarse a la vida, propia del cristiano. Naturalmente, el cristiano no es distinto a los demás. Como todo ser humano, conoce el mal, la frustración, los problemas, la crisis, la incertidumbre. Lo que le caracteriza es su manera de enfrentarse a esa vida desde la esperanza en Cristo. Si pierde esta esperanza, lo pierde todo. Ya no es cristiano.

Esta esperanza no se basa en cálculos provenientes de un análisis de la realidad. No es el optimismo que puede nacer de unas perspectivas halagüeñas sobre el porvenir. Tampoco se trata de un olvido ingenuo de los problemas. La esperanza cristiana es el estilo de vida de quienes se enfrentan a la realidad «enraizados y edificados» en Jesucristo (Col 2,6). Esa es la consigna de san Pablo a las primeras comunidades:

«Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús como Señor, vivid como cristianos: enraizados en él, id construyéndoos sobre él; apoyados en la fe tal como os enseñaron, rebosando agradecimiento» (Col 2,6).

La esperanza cristiana se construye día a día «enraizando» la vida en el Señor. Ahí está su verdadero secreto. Y ahí puede estar también el verdadero pecado contra la esperanza. Dios ha dado una orientación nueva a la existencia, ha introducido una esperanza en el mundo, pero nosotros podemos seguir actuando como si nada nuevo hubiera sucedido. La vida, animada por el Espíritu del resucitado, se mueve hacia un futuro de plenitud, pero nosotros podemos vivir como si ese Espíritu no estuviera actuando hoy.

Nuestra primera tarea para recuperar la esperanza ha de ser «enraizar» nuestra vida en Cristo resucitado. Todo puede ir peor, en nuestra vida personal y en la sociedad; se pueden desmoronar nuestras expectativas y seguridades; puede llegar la oscuridad, el dolor o la vejez. Lo importante es que «el hombre interior» que vive de la fe, no se desmorone. «Aunque nuestro exterior se vaya desmoronando, nuestro interior se renueva de día en día» (2Cor 4,16).

La esperanza cristiana no tiene otros cimientos. El análisis de la realidad puede producir optimismo en un momento determinado; la solución de los problemas puede darnos cierta tranquilidad, aunque sea pasajera. La esperanza nace del Señor. Lo mismo hay que decir dentro de la comunidad eclesial. La búsqueda de cohesión en la ortodoxia, el atrincheramiento en el propio grupo cristiano, las medidas disciplinares pueden generar cierta seguridad. La esperanza sólo brota del Señor. «Mire cada cual cómo está construyendo. Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto: Jesucristo» (I Cor 3,10-11).



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